En los últimos años, la migración ha sido objeto de un intenso debate político. Aunque la mayoría de la gente tiene una opinión positiva sobre los inmigrantes, también circulan ideas falsas y se detecta preocupación. Por ejemplo, hay quienes creen que los migrantes son una carga para la economía.
En un nuevo estudio publicado en el capítulo 4 de la edición de abril de 2020 de Perspectivas de la economía mundial (informe WEO) , analizamos las repercusiones económicas que la inmigración tiene para los países receptores y concluimos que, en general, mejora el crecimiento económico y la productividad en los países de acogida.
No obstante, la pandemia ha frenado de golpe las migraciones. Aunque el Gran Confinamiento es temporal, es probable que la pandemia acreciente el sentimiento general de reticencia y escepticismo frente al aperturismo y tenga efectos a largo plazo sobre la disposición de los países a acoger inmigrantes. Un descenso de la inmigración y un desempleo elevado en las economías de destino perjudicarían a los países de origen, en especial a los más pobres, con gran dependencia de las remesas que los trabajadores migrantes envían a casa.
Contextualizar la inmigración
En 2019, la cifra mundial de migrantes —personas que no viven en su país de nacimiento— era de 270 millones de personas. Desde 1990, el aumento de la población migrante ha sido de 120 millones. Sin embargo, la proporción de migrantes en relación con la población mundial viene rondando el 3% en los últimos 60 años.
Curiosamente, en las economías avanzadas este porcentaje ha pasado del 7% al 12%, mientras que en las economías de mercados emergentes y en desarrollo se ha mantenido en alrededor del 2%.
Muchos migrantes se establecen en su región de origen, pero una parte importante de las migraciones internacionales son de larga distancia (por ejemplo, de Asia meridional a Oriente Medio) y, en particular, se producen de economías de mercados emergentes y en desarrollo a economías avanzadas.
En cambio, la migración de refugiados constituye un fenómeno más localizado, puesto que las poblaciones vulnerables abandonan sus hogares de forma repentina y con pocos recursos para desplazarse a una zona segura, habitualmente cerca de su país de origen. Por tanto, las economías emergentes y en desarrollo son tanto el origen como el principal destino de los refugiados.
Factores de empuje y atracción
Emigrar a otro país es muy costoso, lo cual explica por qué solo lo hace una parte muy pequeña de la población. Las barreras geográficas y lingüísticas son uno de los costos y, sumadas, representan una parte importante de la variación de los flujos migratorios.
Una de las principales razones por las cuales la gente emigra son las diferencias de ingresos entre los países de origen y destino. Los países ricos atraen a más inmigrantes, sobre todo a los procedentes de países con una población más joven. Más emigración experimentan por su parte los países con un ingreso per cápita más bajo, pero solo si no son demasiado pobres. Se observa que, cuando el ingreso per cápita en el origen es inferior a USD 7.000, los países con un ingreso más bajo registran una emigración menor hacia las economías avanzadas, lo cual indica que la gente queda atrapada en la pobreza al verse privada de los recursos necesarios para afrontar los costos de la emigración.
Las guerras explican la migración entre economías emergentes y en desarrollo, lo cual corrobora la importancia de la proximidad geográfica para los flujos de refugiados. Por último, y lo que es más importante para el análisis de presiones migratorias futuras, el tamaño de la población en el país de origen es un factor impulsor fundamental de los flujos migratorios.
Repercusiones económicas
En nuestro análisis, examinamos por separado los efectos de la inmigración general (en su mayoría impulsada por motivos económicos) en economías avanzadas y la inmigración de refugiados en economías de mercados emergentes y en desarrollo.
Se observa que los inmigrantes que llegan a las economías avanzadas hacen crecer el producto y la productividad tanto a corto como a mediano plazo. En concreto, demostramos que un incremento de 1 punto porcentual del flujo de entrada de inmigrantes sobre el empleo total provoca un aumento del producto de casi el 1% en el quinto año.
Ello se debe a que los trabajadores autóctonos e inmigrantes aportan al mercado laboral un conjunto de competencias diversas, que se complementan mutuamente y aumentan la productividad. Asimismo, las simulaciones realizadas indican que el incremento de la productividad generado por la inmigración, por pequeño que sea, es beneficioso para el ingreso medio de la población autóctona.
No obstante, los efectos positivos de la productividad no son apreciables en el caso de la inmigración de refugiados en las economías de mercados emergentes y en desarrollo, lo cual pone de manifiesto las dificultades a las que se enfrentan los inmigrantes a la hora de integrarse en los mercados de trabajo locales.
Presiones migratorias futuras
Durante los próximos 30 años, la población de las economías de mercados emergentes y en desarrollo (en África subsahariana en particular) seguirá aumentando y es probable que las presiones migratorias hacia las economías avanzadas crezcan. Por ejemplo, el gráfico muestra la acumulación de presiones migratorias de África y Oriente Medio hacia Europa entre 2020 y 2050. No obstante, a escala global, dichas presiones se mantendrán más o menos constantes en el 3% de la población mundial.
El incremento del ingreso en las economías de mercados emergentes y en desarrollo reducirá las presiones migratorias, pero, como ya se ha indicado, este no tiene por qué ser el caso de los países más pobres, como los de África subsahariana, donde el aumento del ingreso (que sigue siendo bajo) podría permitir que un número superior de personas pudiese emigrar.
La inmigración también se verá afectada por otras presiones (examinadas como escenarios alternativos). Por ejemplo, se prevé que el cambio climático genere un incremento significativo de las migraciones internas y regionales en las economías de mercados emergentes y en desarrollo. Al mismo tiempo, las conclusiones indican que sus efectos sobre las migraciones hacia las economías avanzadas son menos claros, puesto que los bajos ingresos en muchos países pobres pueden «atrapar» a un número superior de personas en su región de origen.
Amplificar los beneficios
La immigración reporta amplios beneficios a los países receptores y ofrece a los inmigrantes oportunidades para una vida mejor. Aun así, también puede plantear dificultades distributivas, ya que los trabajadores autóctonos de segmentos de mercado específicos podrían verse perjudicados económicamente, por lo menos de forma temporal. Por ello, debe recurrirse a las políticas fiscal y del impara respaldar el ingreso y capacitar de nuevo a los trabajadores autóctonos que afrontan dificultades en el mercado laboral.
Además, la aplicación activa de políticas de inmigración y del mercado laboral orientadas a la integración de los recién llegados —por ejemplo, cursos de idiomas y validación sencilla de los títulos profesionales— puede contribuir a mejorar todavía más los resultados de la inmigración en los países receptores.
Por último, es necesario coordinar la política internacional para abordar los retos que plantean las migraciones de refugiados; por ejemplo, compartir los costos de acogida y promover la integración de los refugiados en economías emergentes y en desarrollo.
Basado en el capítulo 4 de Perspectivas de la economía mundial (informe WEO), «Los efectos macroeconómicos de la migración mundial», por Philipp Engler, Keiko Honjo, Margaux MacDonald, Roberto Piazza (jefe del equipo) y Galen Sher, bajo la dirección de Florence Jaumotte.